martes, 24 de agosto de 2010

MORRO DE COLIMBA


EL MORRO DE COLIMBA
"EL CENTINELA VIGILANTE"

La historia de este morro está ligada a la leyenda del lago y ambas dan acceso a un mundo situado detrás de los siglos.
Se ha dicho y se ha escrito también que al pie de Guachucal, existío un inmenso lago que se extendia desde Muellamues hasta el espino y desde Guancha hasta las estribaciones del Azufral. En aquel entonces, el pueblo de Guachucal habria sido un acentamiento de homnbres superiores que hablaban una lengua melodiosa, creían en la inmortalidad del alma y detestaban la guerra, ellos veneraban al dios IBOAG y le rendían adoración en un templo situado en el alto del Colimba que, por aquel tiempo inmemorial, era una especie de monolito que emergía del lago.

Los hombres de Guachucal, no vivian de espalda a su dios, sino que, lo tenian al frente, visible desde cualquier punto de la geografía. Hasta hoy el morro de colimba ejerce una extraña fascinación sobre propios y visitantes. Son pocas las personas que no hayan subido hasta la cima del colimba. Estando alla, arriba, se tiene la maravillosa visión de un mundo diferente y se comprende la inmensa magnitud del ser humano. La neblina helada y el viento que silba entre los pajonales le dan a nuestros ojos una visión poética y nos crea un estado de conciencia como de "Comunion con Dios". Se puede comprender mejor el mundo del espíritu y, es entonces, cuando la leyenda del dios IBOAG se hace creíble y valedera. Es ciertamente posible que aquí hubiese existido un gran templo de piedra donde habría oficiado el Gran curaca, sometido siempre al ayuno, la soiedad y la meditación.

Cuenta la leyenda que, hasta el morro de Colimba llegaron unos invasores negros, profanaron el templo del dios IBOAG y robaron sus tesoros. El gran curaca, huyó hasta las alturas del Gualcalá y levantando sus chontas mágicas, maldijo al pueblo invasor y ordeno a las aguas del lago que se vaciaran por el boquerón del chambú. La maldición partio desde el Gualcalá con fuerza de un vendaval, sacudío las aguas del hermoso lago y, en medio de una erupción volcánica del potente azufral se despeño por el Chambú llevándose consigo la raza invasora.

El gran curaca no salió ileso de tan crucial catástrofe: Quedó petrificado en el Gualcalá con las manos hacia arriba deprecando del cielo. Lo que hoy se conoce como "El dedo de Dios", segun nuestra leyenda, no seria otra cosa que el Gran Curaca petrificado.

Solo el morro de Colimba, como eterno y vigilante centinela podrá decirnos la verdad de la leyenda y contarnos la realidad de nuestra historia.

Mery Maya de Fierro Vallejo


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